Escena primera.
Viernes noche.A las afueras de Madrid. Dos parejas, una expareja ausente y dos desparejados. En la mesa de la cocina, extrañamente, la cerveza ha desaparecido, y en su lugar el vino hace acto de presencia. La comida, como siempre, hace las delicias de los presentes.
-Parece que a Oscar se le va pasando el sofocón de la noche de los chupitos, ¿no?
-¡Si, si! Con el tiempo lo va asumiendo...¡pobre!...¡qué risas!
-Para risas, las que se debe echar el padre de Manuel...
-¿Qué dices, qué tiene que ver?
-¡Pués que va a ser!: Que cuando rememorábamos la escena en las pistas del cole, estaba presente el susodicho, con su risita...
-¡Debe alucinar con nosotros.¡Vaya concepto tendrá!
-¡Nada de eso!¡se lo pasa que te cagas!
-¡Qué no, qué es buen tio, sólo que tiene una pinta un poco monjil!
-Si, si...pero acordaros de lo de Ana...
Escena segunda.
Multicumple en las bolas. Cuarenta y tantos niños enloquecios, gritando y saltando sin parar. Los adultos anestesiados, tratan de mantener conversaciones coherentes, distribuyéndose por las mesas en grupos afines. Cafés descafeinados y cervezas sin alcohol.
El padre de Manuel se acomoda en un asiento al lado de Ana. Aparece el "guiri". Todavía no se ha dado cuenta de que no es viernes.
-¿Qué tal la reunión Ana?
Ella le mira directamente a los ojos y piensa: ¿Y este, porqué me saca en este preciso momento el temita estrella de la semana?, pero responde educadamente:
-Bien...bien- Y se calla, esperando que la conversación gire entorno a otro tema.
Pero el "guiri" insiste:
-Y que:¿compráste mucho?
Parece que el padre de Manuel presta atención y no les quita los ojos de encima.
Ana piensa:...¡j---r con el "guiri", le ha dado fuerte, ¡qué insistencia!, y responde con cierta sorna:
-A ver...¡mucho,...lo que se dice mucho: no!...¡Ya me hubiera gustado!...¡Pero tampoco es plan gastarse un pastón!
Le sale una risilla nerviosa.
El "guiri" sigue en sus trece y el padre de Manuel pone los cinco sentidos.
Ana se revuelve inquieta en su silla. No encuentra la forma de cambiar de conversación.
-¿Y era muy caro?
-Pues, hombre...depende de lo que compres, había de todos los precios...
Su tono de voz chirriaba, y disimuladamente giraba su cuerpo para no encontrarse con la mirada entre curiosa y divertida del padre de Manuel. Pero "el guiri" pico-pala, pico-pala:
-Los habría de muchos colores y tamaños ¿no?
-(¡J---r con el "guiri", hoy está espeso!) pensaba Ana mientras contestaba.
-¡Pues si...¡cómo casi todo en la vida! ¡de todos los colores vaya!
-¿Y qué eran todos de plástico?
Ana, ya reconvertida en un híbrido entre Chuky y la niña del exorcista, comienza a desenroscarse la cabeza del cuello y sus desorbitados ojos se clavan en las plácidas e inocentes pupilas del "guiri".
-¡Plástico, plástico, lo que se dice plástico...no sé!: ¡¡¡Son de silicona médica!!!
-¡Vaya, vaya!...¿silicona médica?...¡qué cosas!...¡será más práctico!
Ana no da crédito. ¡¿Estará de coña el "guiri"?!
El padre de Manuel, estupefacto, no se despega del sitio, ya se escuerne su niño.
-...Pues yo, lo que no entiendo, es como tienen tanto éxito estas reuniones, y os hacen tanta ilusión,...¡total para comprar las cajitas esas!...¿Cómo se llaman?...¡Ah si: los tupper!...
Ana no da crédito a lo que está oyendo...¿lo dice en serio?...¿la está tomando el pelo?...Ya no sabe que hacer, si reirse o disimular, y dejarlo correr, ¡total, ya se enterará!
El padre de Manuel sigue allí. Con su traje. Con su expresión. Esto no se lo pierde.
Ana gira la cabeza y mira fijamente a los ojos de su amigo Paul. Intenta ser clara, precisa y natural. Y le dice con cariño, ternura y grandes dosis de sorna:
-¡SEX. TUPPER-SEX!
Escena tercera.
Al fondo se oye un karaoke y niños cantando. Nos cierran la puerta, les molestan nuestras risas. Las bebidas se van acabando. Nuestro protagonista saca turron de chocolate. Alfon sigue con las cervezas, luego tiene que conducir. Un año después nos seguimos riendo "con el guiri", que no "del guiri".
El padre de Manuel no está.
FIN
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