martes, 7 de diciembre de 2010

DE LOS SENTIDOS DE RUBENS

   De los "Sentidos" de Rubens a las "Yerbas que esplenden" de Maruja Torres...¡Vaya caminos que transitan estos pensamientos mios!
   Mientras resuena en los auriculares del portatil "Elvira Madigan" de Mozart, se posan con cada nota, en cada pincelada, mis ojas inquietos, como lo hace mi mente, a saltos de una impresion a otra, de un sentido a otro
   Va y viene de los jardines impresionistas en la exposición del Thyssen, relatados en el artículo de Maruja Torres el 28 de dic, hasta los jardines florecientes, exhuberantes en primer plano, o como fondo de los "Cinco Sentidos" plasmados en esta serie por Rubens y Jan Brueghel.
   Va y viene de Mozart a Rubens.
   Va y viene del jardín del Caixaforum a los jardines del alma.
   Va y viene de las notas de Nakanishi Kiriko interpretanto "The promise of the world", a los cuentos de Hoffman.
   Va y viene, y mi mente se monta en el coche antiguo que recorre el camino de arena hacia Brideshead, envuelto en brumas, en verdes paisajes húmedos y llenos de aromas, como el cuadro sobre el olor de Rubens. Y resuenan ahora las notas de Geoffrey Burgon y la orquesta filarmónica en el tema principal de esta serie de mi adolescencia. Y con cada nota vuelvo la mirada hacia esos árboles y esos palacios que son ahora los de Rubens.
   No debería sorprenderme, pero lo hace. La vida siempre me sorprende. ¡Es alucinante como se encadenan unas a otras las casualidades!
   ¿Porqué la serie de cuadros de Rubens me extasió, estando como estaba, rodeada de innumerables obras de arte? ¿Porqué no quise mirar el título, que desconocía?¿Porqué su búsqueda ha tejido tantas casualidades?
   Fué fundamentalmente el del olfato el que me paralizó (supongo que está relacionado con tantas cosas y placeres mios). Supe que formaba parte de mí, antes y después de verlo fisicamente. Me embrujó y me cautivó como el olor conocido que me hace subir al cielo y bajar al infierno.
   La serie es en su conjunto una maravillosa alegoria de algo tan común y cotidiano como los sentidos. Los eleva hasta lo sublime. Los eleva y nos extasía como no se debe y tras ellos nos recreamos en nuestros deseos. Me embrujaron sus jardines, sus paisajes, la sensualidad que derrochan, el misterio que les envuelve en las brumas del pasado. Castillos y palacios, riqueza y sofisticación que se enredan con la exhuberancia de las plantas que las envuelven, edificios eternamente bellos, perfectos en su inmortalidad, sólidos estables, permanentes por inertes, resucitan y viven gracias a la imparable fuerza de la frondosa naturaleza que les cubre. Les insufla verdad y oxígeno, que aunque te resistas te arrastra a la realidad empujado por las raices, por la fuerza de sus verdes tallos, por la embrujadora belleza de sus hojas y el perfume embriagador de sus flores.
   ¡Y en el centro Venus y Cupido mirándose a los ojos!
   Ahora entiendo porqué no podia caminar. Ahora entiendo porqué no podía alejarme de ellos. No quise pensar en nada mientras los admiraba. Sólo quise sentir. Había tanto que me decían, que no quise que ninguna explicación académica y erudita me impidiera sentir lo que esas imágenes me producían.
   Y todo tenía sentido. Y todo se une y se cierra ahora para mi.

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