...Y dirán: ¿Qué tendrán que ver los emparedados con las mediciones?
¡Lo único que tienen en común es que han coincidido en el tiempo! Más concretamente en veinticuatro horas.
Como en muchas ocasiones me ocurre, leo los suplementos dominicales fuera de fecha, siendo esta mañana cuando me he topado con un artículo en el Pais Semanal titulado " Un desnudo exquisito" sobre el cabaret Crazy Horse, y entre fotos bellísimas y anécdotas varias, me he encontrado con "el legado intocable de su fundador, a sabe, el canon estético de las bailarinas no puede variar: 21 centímetros entre pezón y pezón, y 13 centímetros entre el pubis y el ombligo".
...¡Ahí es nada!...
...¿¡Y qué hago yo ahora!?...
¡Manos a la obra! (...¡Nunca mejor dicho!...), ¡Rápidamente: una cinta métrica!....¡¡¡No puede ser, no tengo!!!
(¿Cómo es posible que no me haya apuntado a corte y confección?, ¡no, si así me va!)...Bueno, algo habrá por casa...¡Ay, ya se!...¡La regla metálica del scrapbooking, que llega hasta 30 cm, me basta y me sobra!
¡Allá que voy!
A ver, a ver...(¡Ay qué fria está la regla jolines!)...¡No me lo puedo creer, a mis 42 años, y entro en el canon del "cabarete"!...¡Qué subidón. qué alegrón!, ¡Y si entro yo entran todas mis amigas! ¡Esto es el despiporre!...¡Qué conjunto coral podríamos hacer, todas emplumadas dando saltos de aquí para allá! (Realmente hay que pensarlo, que seguro que ganan una pasta)
Y ahora a la reflexión. ¿A quién de ustedes se le hubiera ocurrido pensar en esas dos mediciones?...¡A mi no, ya se lo digo!...Y total, para que las quiero, si no me piden esos datos ni en el colegio de los niños, ni en el ayuntamiento, ni en la declaración de la renta, ni en el médico, ni en el super...Servir, no me sirven para nada, y aún así, lo primero que he hecho es ir a buscar un metro. ¡Cómo somos!, todo por el famoso culto al cuerpo.
¡Yo que me he negado siempre a pensar en la mujer como un "cachocarne"! Pues aquí vienen los cabarets, la medicina y la biología, para demostrarme machaconamente, que sí, que somos más que eso, pero que no podemos negar que somos un pedazo de carne con fecha de caducidad. Nos guste o no.
Y ahora viene la segunda parte, la del sandwich.
Me tocaba la revisión anual ginecológica, que por esto de que no me duele nada y el miedo que le tengo a los resultados, había pasado a ser bianual. Cómo muchas mujeres sabrán, ahora puedes hacerte todas las pruebas en el mismo día y en el mismo sitio, y así ahorras tiempo (que estamos en tiempos de crisis, y hay que ahorrar de donde sea).
Vas pasando de consulta en consulta, de vestidor en vestidor, siguiendo a una amables enfermeras que te explican punto por punto todo lo que debes hacer, pero claro, por mucho que hayas pasado por esto muchas veces, seas ya mayor, hayas parido dos hijos, llevas metido el miedo en el cuerpo y una se aturulla. Ya no sabes que te tienes que quitar, si la parte de arriba o la de abajo, si has dejarte los calcetines de fresitas o no, si te abrochas o te desabrochas, si cojes el bolso o no...(¡parece que estés en el aeropuerto con las dichosas bandejitasy los escáneres!)...Asomas la gaita a ver si pasa algún alma caritativa por el pasillo, pero no, así que sales como te parece. eso si, ¡con la batita azul transparente que le entregan en la entrada!...¡No sabes si es pudorosa o no, si es sexy o no!...Claro, que como somos muy modernos y ecológicos es reciclable y le recuerdan al salir de cada cabina que has de reutilizarla para la siguiente prueba. (Yo había pensado mangarla y utilizarla para hacer un lap dance con algún conjuntito super push up, que la cosa no está para push down, pero he decidido que lo mismo lleva algún dispositivo, y me suena la alarma al salir de la clínica, y la he depositado en el correspondiente contenedor de batas, que por cierto no me fijé en el color asignado, qué fallo).
Súbase aquí. Ponga las piernas así. ¡Flojita! Muy bien...Bajese. Ahí tiene papel para limpiarse...( ¡Vale!...¿pero no se va?...miro disimuladamente...está haciendo sus papeles...¡qué corte!...bueno algo répido...¡ya está!)
Estira el brazo. Ponte de frente. Saca el culito en pompa. Sujetate la otra con la mano...¡Y ya está hecho el sandwich de pechuga de pollo!...¡Qué repelús! ¡Yo no miro ni de reojo!...¡No somos nada!
Ahora sin bromas. ¡Qué vulnerables nos sentimos las mujeres en estos momentos! Aun habiendo pasado por ellos decenas de veces, y habiendo mejorado las técnicas, y teniendo la mejor y delicada atención por parte de los médicos y enfermeras. Siguen siendo situaciones por las que uno pasa porque sabe que es por su bien, y que con ellas podemos prevenir muchas enfermedades. Hay que hacerlas. Salvan vidas. Y luego con tus amigas de ríes de las anécdotas.
¡Qué momentos!
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