sábado, 15 de diciembre de 2012

La noche de nosotros mismos

   Son nuestras profundidades, nuestros adentros, los que hemos de conquistar, los que se alzan como baluartes en la lejanía.
   Son estos escondrijos nuestros los que nos esconden nuestros anhelos verdaderos, los que custodian las motivaciones auténticas, los que salvaguardan los deseos más legítimos.
   En estas honduras del alma, es donde se ocultan las respuestas a las dudas que nos estrechan la vida.
   Son esos rincones sombrios en donde debemos rebuscar y rebuscar, hasta encontrar la salida.
   Podemos gastar nuestro tiempo en preguntar a otros, podemos derrochar energía en consultar fuera de nosotros mismos, cuando realmente sabemos con certeza que la solución la tenemos tan cerca que nos quema, que nos asusta. Nos abrasa el miedo de saberlo.
   Asomarse a la noche del alma es una decisión que toma tu yo por tí. No sabes muy bien como llegas a esa orilla, pero apareces en ese lugar llevado de una mano invisible que te deposita inesperadamente.
   Quizás sea un momento propicio para sentarse al borde del precipicio a observar, a observarse. Alejando la tentación de encontrar algo pronto, facilitando que discurra el tiempo, amansando a las prisas que nos empujan a creer que ya lo conocemos. Y al comenzar a vislumbrar algo cierto, dejarlo reposar hasta intuir si es lo correcto o no.
   Es sábado, es Diciembre. Pareciera que la tarde hubiera llegado más pronto de lo esperado, más oscura. Pero no. Acude como siempre puntual a su cita, y en su lánguido transcurrir enciendo el ordenador. Me gusta escuchar música mientras trasteo en la red. Me topo con estas hermosas y lúcidas palabras que me complace compartir:
   " La ilusión es mezcla de verdad y falsedad. Ante una situación donde no se puede distinguir claramente hacia donde ir, la vida nos da un camino: Alejarse de los propios deseos, de los pensamientos conflictivos, y desde esa paz desapegada observar lo que se siente en el corazón."
   "El ego se suele manifestar a través de los temores. A menudo resulta dificil distinguir si un deseo es legítimo o alimentado por el ego.
   Hay que valorar el posible temor que me ha llevado a desear algo.
   ¿Mi deseo nace del temor a perder algo? ¿Mi deseo nace del temor a sentir algo que no me agrada,: sufrimiento, soledad, frustración, desengaño, tristeza...? Si existe algo de eso, es muy posible que el deseo, o acción sea una simple ilusión producida por el ego.
   Eso no significa que debas descartarlo para siempre, sino que resultará más conveniente centrarse en ese temor y dejar el deseo para más adelante. si consigues entender el temor, aceptarlo, integrarlo en ti y finalmente trascenderlo, es el momento de volver a valorar el deseo o acción que te planteas."

   Es complicado desasisrse de las sensaciones placenteras, es arduo aceptar que el apego nos producirá dolor. Cuanto menos dependiente seas de tus deseos, más libre serás para elegir conscientemente lo que anhelas.
   Pasamos la vida haciendo lo que podemos, no lo que verdaderamente queremos.
   Deberíamos detenernos en los descansillos de nuestra más íntima escalera a hurgar en lo más profundo de nuestro ser, para vislumbrar entre las nieblas de los torpes pensamientos, esos secretos que nos ayuden a descubrir lo que nos produce auténtica alegria de vivir.


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