"Mi carta empieza, cuando mi carta lo decide y de cualquier manera. Al fin y al cabo, las cartas de amor no se encabezan, más bien se descabezan." Esto tan bello, por supuesto no es mío, lo ha escrito Ray Loriga refiriéndose a Berlanga, en su columna del Pais Semanal. (No dejen de leerlo. les emocionará).
Pues bien, este cuento empieza cuando el lo decide y de cualquier manera.
Erase una vez, en un lugar muy lejano, dos figuras musicales que danzaban en un pentagrama. No se sabe ya, si eran una blanca y una negra, o la corchea con la semicorchea, o se dice que quizás, sólo quizás, fueran dos redondas. Lo que si ha llegado hasta nuestras torpes y lentas orejas, es lo que entre ellas hablaban, más bien lo que pensaban:
-No se si interpreto correctamente tus silencios...
-...
-¿Existe algún tratado que nos oriente, al intentar descubrir el significado de las no palabras?
-...
-¿Quién nos guía a través del misterioso camino que dibujan tus silencios?
-...
-Voy a tientas. ¿Lo sabes?
-...
-Creo orientarme, en el espacio y en la vida. Pero ahora voy a golpe de intuición. Y ya se sabe, que con ella a cuestas es facil equivocarse. Eso si que lo puedo asegurar. Y siento la tentación de no seguir sus mandatos, pero puede más que yo, y de nuevo sigo sus pasos.
-...
-Se lo que arriesgo. Se lo que tengo. Se lo que pierdo y lo que gano. Se por lo que apuesto y creo que merece la pena.
-...
-Y me digo: No te asustes, no tengas miedo a perder.
-...
-Y como dice Javier Velaza en un poema suyo: "Y si nada nos libra de la muerte
al menos que el amor nos salve de la vida."
-...
FIN
Iba yo a decir que adoro el silencio. Pero no. No es verdad. Lo que adoro es la ausencia de ruido. Esa ausencia que nos permite escuchar lo verdaderamente importante, esos sonidos que dibujan y colorean la quietud.
En un articulo de Bárbara Alpuente del sábado 25, hablaba de la correcta interpretación de las palabras una vez escupidas al mundo exterior, de cómo cobran el significado que el oyente quiere, y que a veces no coincide con el que querría el emisor.
De la torpeza al expresarnos, o de la torpeza de nuestras entendederas. De si nos engañamos al hablar o al escuchar.
De cómo cobran vida propia una vez expresadas, y de que hemos de tomar conciencia de que lo que vamos a decir, puede herir o sanar, y una vez hecho no hay vuelta atrás.
Pero...¿Y qué hay de los silencios sin rostro? ¿qué hacer con los silencios sin expresión? ¿qué podemos hacer sin el lenguaje corporal que tanta información nos facilita otras veces?
Silencio en el twitter, silencio en el facebook, silencio en el mail, silencio en los sms, silencio en el movil, silencio en el skype, silencio en el fijo. Silencio en la web...¿Cómo gestionarlos?
Y para más inri, yo voy y antes casi digo que me gusta el silencio. Pero me refería al silencio interior.
¿Será de coña?, ¿será una enseñanza subliminal?
-...
OTRA VEZ FIN
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