martes, 30 de abril de 2013

Momento número cuarenta y cuatro







"Es feliz el que soñando muere. Desgraciado el que muera sin soñar"- Rosalía de Castro
"La sensatez  tiene también sus excesos y no necesita menos moderación que la locura"- Montaigne
"You can`t reach for anything new if your hands are still full of yesterdays"- Junk

   "Este remanso, Platero, era mi corazón antes. Así me lo sentía, bellamente envenenado, en su soledad, de prodigiosas exuberancias detenidas...Cuando el amor humano lo hirió, abiéndole su dique, corrió la sangre corrompida, hasta dejarlo puro y limpio y facil, como el arroyo de los Llanos, Platero, en la más abierta, dorada y caliente hora de abril"- Juan Ramón Jimenez
                                                                                                                               


Tiempos circulares

   Buscaba y rebuscaba entre mis videos favoritos de Ara Malikian, ahora tan famoso y en boca de todos, verbigracia de la publicidad textil, que no musical. (No seré yo quién reniegue de tales medios, si con ellos se consigue que la música clásica sea descubierta y disfrutada por cada vez mayor número de personas)
   Mis indagaciones daban pobres resultados. No era ni mucho menos que no disfrutara con cada una de las piezas que escuchaba. Pero no era lo que yo esperaba encontrar. Giraba y giraba mi mente entorno a algo que no cuadraba...¡Hasta que caí en la cuenta de mi error!...¡No era un violín lo que mis neuronas escuchaban sin yo saberlo, sino un chelo!...¡Y no era Ara Malikian, sino Mischa Maisky!
   Una vez solventado el error, dar al play y dejarse llevar es toda una delicia.
   De igual manera a lo ocurrido anteriormente con mis pensamientos musicales, hay ocasiones en las que la vida se ordena y los minutos pasan al compás. Todo sucede acompañando, emparejando, el interior y el exterior. Nuestro reloj interno se regula y se acopla suavemente a lo que marca con su batuta, la Naturaleza. Se deja llevar por ella y no se revela, repercutiendo en nuestro bienestar.
   Estos periodos son precedidos de otros caóticos en los que se gestan los posibles futuros, en los que sin ser conscientes se formulan los comienzos de lo que luego será.
   Es en estas sopas densas de conversaciones sin sentido, de palabras al azar o de compromiso, de encuentros fortuitos y a priori insulsos, ideas desordenadas e incoherentes, anotaciones al margen, acciones sin consecuencia, como dice Gonzalez-Sinde, están todos los instantes de algo que nacerá y se ordenará.
   La vida es una sucesión de ciclos tangentes, que se tocan casi imperceptiblemente en un punto que da paso sutilmente a la siguiente etapa de tu existir. Momentos temporalmente cerrados que se tocan en un instante único, por el que te ves empujado al siguiente ciclo y te impide regresar al anterior.
   Giras y giras dentro de esa rutina diaria, creyéndote dueño y señor de tus momentos, soñándote el capitán del sólido navío que diriges, hasta que, no sabes ni cómo ni porqué, las circunstancias te expulsan de ese paraíso perfecto en el que te habías acomodado plácida y confiadamente.
   Caes, como Alicia en el Pais de las Maravillas, precipicio abajo, aterrizando de bruces en otro lugar. Hete aquí en un nuevo ciclo, del que no sabes nada, en el que te sientes extraño, incómodo y fuera de lugar, inestable y aprendiz de todo.
   Ansiamos ponerle nombre al culpable. A aquello que nos obligó a cruzar, o quien nos empujó por aquella senda. Buscamos el motivo por el que no estamos donde estábamos. Pero no hay tiempo, la rueda vuelve a ponerse en marcha, y ese nuevo círculo vuelve a girar inexorablemente.

   Rodando y rodando, sin parar, ligeros cual suaves plumas,como en este maravilloso "Valse Sentimentale" de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.



  

jueves, 25 de abril de 2013

Bright eyes




   Sólo es feliz aquel que cada día
puede en calma decir: Hoy he vivido.
   Que nuble el cielo Júpiter mañana
o lo esclarezca con el sol más vivo,
nunca podrá su mente poderosa
hacer que, lo que fue, ya no haya sido,
ni logrará que no esté ya acabado
lo que colmó el momento fugitivo.

                                        Horacio, Lib III, oda 29.



 

jueves, 18 de abril de 2013

Cartas a Julieta

Querida Amelia:

   Siento haber tardado tanto en contestarte. Debes pensar que soy una desagradecida...No...Sé que no piensas eso de mi...Pero me siento en deuda contigo.
   Recibí un aviso de Correos notificándome la llegada de un paquete a la oficina postal, enseguida supuse que era tuyo. Debí bajar corriendo a recogerlo, pero lleva nevando toda la semana, y ya conoces mi pavor a conducir en esas condiciones. Sé que debería superarlo, o incluso apuntarme a una escuela para adquirir destreza...¡pero me da tanta pereza!...Todavía espero salir pronto de aquí, y regresar...Regresar...   Parece como si te estuviera escuchando: "No se puede volver al pasado, el pasado, pasado está, allí a donde pretendes volver no están los que tu dejaste, porque todo el mundo cambia, los lugares cambian y ya no son los que eran, te decepcionarían. Acepta lo que tienes, disfruta lo que te rodea".
   Y de veras que lo intento, querida amiga, lo intento. ¡Pero es tan duro! Abro la ventana cada mañana en busca de aire. Del aire que a mí me alimenta. Y miro al cielo, buscando el mismo cielo. Me choco de bruces con el horizonte infinito...infinito y vertical...Añoro la linea horizontal del mar...Sentada en las rocas del acantilado ensimismada con en vaivén de las olas chocando, escuchando el runrún incesante del agua. Su silueta azul. No hace tanto tiempo de aquello, y a la vez hace una eternidad...¡Qué relativo es todo!
   He de reconocer, que cuando cesa de nevar y sale el sol, el paisaje es precioso. La ausencia de ruido hace que se pueda oir la nieve, eso casi imperceptible...el hielo derritiéndose con el calor del medio día, las gotitas cayendo de las hojas de los árboles, y de las cornisas de la casa, porque ya es primavera, aunque aquí no se note todavía, aunque tarde aún en llegar a este recóndito lugar muchas semanas más.
   Superando mi aversión a pedir favores, (ya sabes lo rarita que soy para esas cosas, no me gusta deber nada a nadie, y demostrar que soy capaz de hacer todo por mi misma, a ti puedo contártelo) encontré a alguien dispuesto a arriesgarse a bajarme por esos caminos infernales, y recoger tu envio.
   De vuelta a casa por los mismos medios, sentada en el asiento de atrás, apretaba con fuerza tu paquete. No lo despegaba del pecho. Ansiaba llegar para poder abrirlo. No por lo que contuviera, ya lo sabes, sino porque me trae noticias tuyas, de tu vida, de la vida. De lo que pasa fuera de aquí.
   ¡Me alegro tanto por ti!...Sigue contándome cosas de tu reciente viaje a Londres, ¡me traen tantos recuerdos!...Gracias por el té. Sabía que acertarías. No he podido esperar ni un minuto para hacerme una humeante taza a tu salud.
   Saluda de mi parte a tus anfitriones si les llamaras, ¡fueron tan atentos con nosotras! y dales la enhorabuena por tan merecido premio, era de suponer que ganarían pues tienen las más bellas rosas de toda Inglaterra. ¡No podía ser de otra manera!...Cuando paseábamos por entre las flores, era como estar en un cuento o en un fragante sueño.
    Y otra cosa que no tiene nada que ver. ¡Deja ya, y de una vez por todas de compararte y medirte con tu familia! Se que no puedes dejar de formar parte de ella, y que tu estás profundamente orgullosa de ellos, pero tú no eres ellos. No es que valgas más o menos, es que eres otra persona, eres independiente. Lo que tu alcances o no, forma parte de tu vida, no de la de los demás. Sabes que los aprecio mucho y de hecho presumo de conocerlos, pero no quita para que yo te diga lo que verdaderamente siento.

   P.D. ¡Qué cosas las del correo! ¿verdad? ¡llegar tu paquete casi quince días despúes de tu regreso de Londres!



                                                                        
                                                                                           



                                                                                                                                                 pag. 3

Spring time




viernes, 12 de abril de 2013

Two ways



   Intentamos ir en linea recta, cuando las únicas líneas rectas que existen en el universo son las que ha creado el hombre.




sábado, 6 de abril de 2013

Cute blonde

   Antes de entrar en materia, comentarles que no me gusta nada, pero nada, sentir las orejas aprisionadas, como si fueran cinta de lomo en bocata.
   ¡¿Quién diablos ha inventado los originales auriculares, aparentemente inofensivos, que se meten por detrás de las orejitas cual inocentes diademitas, que luego has cerrar y apretar como las pinzas de los buffés para coger mini salchichas, y cada dos por tres recolocar?!
   ...Verán, es que a menudo me siento a escribir escuchando música, casi siempre relacionada con el tema en el que estoy metida, o la que me inspira, y como suele pasarme que me dan las tantas he optado, (verbigracia de la técnica de la que habitualmente recelamos) por enchufarme unos "casquitos" como dicen mis hijos.
   ¡Llevamos gastados la intemerata! De todos los tipos, modalidades, tamaños, colores y sistemas de agarre. Pero los peores sin duda, los que te pinzan las orejuelas por las ternillas...¡Pena, penita, son los últimos que me quedan sanos!..Me gustan sentirlas libres y al viento, bien almoadilladas y no con esas esponjillas rasposas que tienen algunos, ni esas mini-alcachofas de ducha que han de introducirse en el interior del pabellón auditivo y que al retirarlos te lo dejan dolorido y enrojecido.
   Y ya que estamos, adelantarles que la banda sonora de este post es de los Imagine Dragons, en honor a mi niño que le encanta el "PES", y dirán los ajenos al mundo infantil, que de qué estoy hablando. No me extraña, y con razón, el "PES" es un juego de fúbol para consolas. Los he descubierto de tanto oírselos a los chicos, y he de reconocer que me gustan... Claro, que estoy dudando en ponerles "Waste" de Foster de People... o "Pumped up kicks"...No sé, no sé...
   Y después de esta introducción que no venía al caso, pero que me daba mucha guerra, vamos a lo que vamos.
   Iba a hablarles del regreso a la rutina después de las vacaciones de Semana Santa, el reencuentro con las amigas que lo hace maravilloso...¡esas cosa tan bonitas!...¡Pero es que ahora no me pega nada!...Era un tema muy primaveral, de las lluvias caidas (que ya saben que me encantan, y que debo ser de las pocas personas en este pais que están felices con el Marzo más lluvioso, fundamentalmente, porque luego siempre sale el sol, ¿a que ya no se acordaban?), de paseos en los que parece que se detiene el tiempo, de conversaciones, robadas al dia y a los quehaceres, con personas que me enriquecen tanto; de esos ratos en los que comprimes todas las cosas que tienes que decir y escuchar, de los que se aprende lo importante de la vida.
   Me comentaba una amiga, que la felicidad no te la da el dinero, que sólo te hace feliz durante los tres primeros meses, ni la familia, sino las relaciones sociales.
   Yo añadiría, las relaciones elegidas por uno mismo, libremente, aquellas que no tienen ningún motivo para serlo, únicamente existir.
   Como decía Jose Antonio Marina en uno de sus últimos artículos, cuando empieza a escribir, a crear, van encendiéndose un montón de lucecitas en su cerebro, como si fueran fuegos artificiales, que aparecen como consecuencia de todos los pensamientos e ideas relacionadas con lo que en un principio el tema principal. A él le ocurre eso porque es una persona ordenada y coherente, yo me voy por las ramas, como ahora.
   Porque de las caminatas deleitosas, quería yo llegar a las pintas.
   Si a las pintas. A las mías.
   Yo soy adulta, ya lo imaginarán. Y como tal me visto. Parece una perogrullada, pero no.
   Se lo aclaro. Es la hora de salida del cole, y me llama R: ¿Vamos dando un paseito?- Es evidente mi respuesta. Salgo disparada de casa toda mona, (todo lo mona que me permite el salir disparada)
   Esa es la parte adulta del proceso de recogida de crios: bajada tranquila, charlando de todo lo que nos nutre, o de chorradas ¿porque no?, disfrutando del sol que sale entre las nubes, esos momentos nuestros, que todas las amigas deben de cuidar y conservar, porque es lo que nos hace vivir más años.
   De regreso a casa arranca la segunda parte, en la que los niños ponen la nota divertida y fresca del dia, en la que sin darte cuenta te fundes y transformas fomando parte de su mundo. Tanto que acabas jugando y corriendo como ellos, independientemente de lo que lleves puesto.
   Y pasa que una sigue su camino tan pancha, sin prestar mayor atención a su imagen,cuando al pasar junto a un coche, una niña se queda obnubilada mirándome con una sonrisa de oreja a oreja, y cara de admiración.
   En un instante dudé, hasta que me di cuenta de que no era a mi, sino a la mochila de mi hija rosa rosísima, llena de brillantinas de no se qué dibujos. La chiquilla estaba embobada. Sonreí. Pero se me congeló la sonrisa cuando me di cuenta de que su padre miraba igualmente embobado y alucinado.
   En ese momento tenía a los niños en sus respectivas extraescolares, estaba yo sola, cargada como una mula, con una mochila a la espalda naranja fosforita que pesa, no exagero, quince kilos, la bolsita de las meriendas, otra con un pantalón olvidado en una fiesta de pijamas de la niña, y la susodicha mochila protagonista con ruedas, que produce un ruido infernal al deslizarla calle arriba por todos las losetas de la acera.
   En la expresión de su cara se traslucía toda la risa y asombro contenidos...Y yo no lo comprendía...¡Total no es para tanto!...Supongo que no le cuadraba mi aspecto con todos los elementos que cargaba y no supo en que rango de edad encuadrarme.
   Eso que me cambié las botas de taconazo por unas moteras, porque sé positivamente que en algún momento del día me toca echar el hígado. Y la experiencia de correr como alma que lleva el diablo, con tacones de diez centímetros, tirando de uno o dos niños y cargando los mismos kilos, es una prueba de resistencia de corazón y de desodorante, sólo apta para deportistas profesionales (y escritores).
    Y como colofón a tanto desparrame cerebral, llegamos a la conclusión: la imagen que tenemos de nosotros mismos casi nunca coincide con la que los otros tienen de uno.

    De esta manera uno pasa de ser "cute blonde" a "cute disaster".