sábado, 29 de octubre de 2011

Yo soy mi presente



Tu eres mi pasado y mi futuro. Pero mi presente soy YO.

Soy feliz en mi.
Soy feliz por mi.

   Soy feliz cuando rio, cuando callo, cuando camino, cuando corro, cuando medito, cuando sueño, cuando bailo, cuando comparto, cuando leo, cuando observo, cuando siento.
   Pero también soy feliz en el dolor, en la tristeza, en las lágrimas, en la dificultad, en el revés, en el desengaño, en la angustia, en el miedo, en la vergüenza, en el rechazo.

   Porque nadie te puede quitar lo que llevas dentro.
   Disfruta de ello. Poténcialo. Enorgullécete de ello.
   Es lo que llevas en tu interior lo que te hace libre. Lo que te permite salir. Lo que te salva.

Si yo soy capaz, vosotros también lo sois.

Sed felices.

Siempre risas

   No les había contado hasta ahora que desde hace un tiempo, vengo asistiendo a un libroforum.
   Este club lo forman un grupo de mujeres maravillosas.
   A través de una de ellas, con la que me unen otro tipo de relaciones, y con la que en muchas ocasiones habíamos robado unos minutos a nuestras apretadas agendas llenas de idas y venidas cotidianas, para charlar animadamente sobre arte, exposiciones, obras de teatro, conciertos en el auditorio, de libros, muchos libros, fuí invitada a participar en sus tertulias.
   Mi respuesta fué inmediata: Un sí rotundo. La sola posibilidad, de poder escuchar aquello que tan acertadamente opinaban me valía. Sentía que se abría para mi, un mundo bastísimo de conocimientos, de experiencias que no podía dejar de escapar. Intuía cúanto podía aprender de ellas.
    Ciertamente, en un principio me sentí intimidada ante tanta cultura, pero pronto, gracias a su paciencia, a sus enseñanzas, al ambiente cálido y tolerante, fuí soltándome y sientiéndome cada vez más cómoda hasta participar junto a ellas en sus debates.
   Pero no sólo aprendo literatura. Aprendo vida. Aprendo a ser mujer. Aprendo a ser persona. A ser de verdad. Y eso no es tan corriente hoy en día. Lo he descubierto hace dos días.
   Intento hablar poco cuando estoy a su lado, porque hay tanto que escuchar, que temo dejar escapar algún detalle.
   También reímos. Reimos mucho. Y hoy ha sido un día de muchas risas.
   Cierto es, que a la afectada, gracia, lo que se dice gracia, no le ha hecho, pero al resto una vez comprobado que ella estuviera bien, y pasado el trance, nos hemos desternillado.

Hemos quedado a las once menos cuarto. Yo llevaba el coche. Puntual, llegaba a mi cita esquinera.
Tras la llegada de una de ellas, aparecieron las otras dos hablando unos metros atrás.Ya dentro del coche empezó la historia:

   "X había llegado empezado temprano y esperaba en un banco en medio del bulevar. Lleva un tiempo en nuestra ciudad, las circunstancias la han traido aquí y aprecia las conversaciones con vecinos y conocidos, la hacen sentir acompañada, integrada, ocupada.

   Pasó caminando un señor de setenta y tantos.
   La conoce.
   Buenos dias. Cómo está. Bien, y ustéd. Pues, ya ve, como siempre. Y su mujer. Ahí anda, haciendo la compra. Muy bien. Y ustéd, qué hace aquí sola. Esperando a unas amigas. Ah si. Y no le espera ningún hombre. Ay, no, no. Por Dios, qué dice usted. Pues, aquí tiene ustéd a uno. Y la voy a dar un beso.
   ¡Así como lo oyen! Y acto seguido le plantó un casto beso en su tersa mejilla, mientras ella, azorada, se quedaba sin habla.
   Contado de esta manera, parecería una historia de hace dos siglos. Pero no. Ya me estraña a mi, que en el siglo XIX la historia continuara como lo hizo esta mañana soleada de un viernes de finales de octubre.
   Se le acercó al oido. Rápido. Se notaba que llevaba años de práctica el abuelo. Y lo que pudo haberse quedado en una romática trastada otoñal, se convirtió en una cochinada descomunal.
   En un asqueroso susurro le instó a descubrir el cambio efectuado en sálvese la parte (por decirlo finamente, porque la barbaridad que salió por su boca, soy incapaz de reproducirla)."
   ¡Pobre mujer, salió despavorida!
   En un minuto estuvo junto a nosotras. Tronchadas de risa, claro. ¡Porque había que ver al hombre! ¡A esa edad! ¡Feo como un diablo! ¡Requetechuchurrío! ¡Y con esos bríos! ¡Ay que asquete! ¡Vaya latin lover de tres al cuarto!
   Risas. Risas. Más risas
   Como a menudo digo, cada día es una sorpresa. Unas veces buena y otras no tanto. Depende del lado del que estés. Pero de todas ellas se aprende algo.
   Por eso la vida merece la pena.
   Mereció la pena.
   Merecerá la pena.

sábado, 22 de octubre de 2011

Son esos planes...

   Son esos planes que te descuadran, que no piensas que van a salir bien, que vienen inesperados, los que habitualmente te sorprenden, y que te gustaría se alargaran más.
   Hoy ha sido un día de esos.
   Y sobre todo quisiera que no se me olvidara dar las gracias a todos aquellos, que hoy, me han hecho sentir un ser humano importante, importante por mi, por ser su amiga, por ser como soy, importante para ellos y querida por ellos, sin tener que fingir, sólo ser, sólo ser como soy, sin más. Y así, sin más, aceptarte, quererte, contestarte, hablarte.
    Supongo que su cariño por mi, les hace decir tantas cosas bonitas y reconfortantes.
    Cada uno sabe lo que ha hecho por mi. Porque hoy he tenido la gran suerte de tener mucha gente a mi lado, que independientemente unos de otros, sin tener nada que ver, me han dicho que me quieren, cada uno a su manera, hablandolo, o no, pero me lo han hecho sentir. Han dicho y hecho justo lo que tenían que hacer, y justo lo que yo necesitaba oir. Sin nada a cambio. Sin pedírselo, sin saber nada, sin saber que yo lo necesitaba más que nunca. Y yo estoy muy agradecida.
    No se me hubiera a mi ocurrido a medio día, que la jornada acabaría siendo maravillosa, y divertida, como lo ha sido. No todo iba a ser silencio y dolor.
   Siempre hay alguien que no te daña. Siempre hay alguien a quien no has de rogar para que te hable, para que te conteste.
   Siempre hay alguien que te quiere sin poner condiciones.


GRACIAS

miércoles, 12 de octubre de 2011

Campanilla subió a la torre del agua

   Campanilla, sin sus malla azules de Peter Pan, usadas la tarde anteriór, cogíó su bolsa de tela y salió a las seis y cuarto de su casa.
    Emprendió el camino a buen ritmo. Quedaban quince minutos. Decidió atajar para ahorrarse tiempo, pero la idea le salió rana, como el príncipe del cuento. Y acabó corriendo entre maleza seca que le llegaba a las rodillas, arbustos pinchantes, rodeada de multitud de pequeños animalillos que se movían en todas direcciones, sin poder verlos. Cuando por fín encontro un estrecho caminito, este se convirtió en barranco. ¡Y por allí que bajo Campanilla! ¡Comiéndose los segundos mientras saltaba campo a través!
   Una vez alcanzada la civilización, dentro del Parque Central, al dirigir la mirada hacia la meta, le pareció vislumbrar, allá en lo alto, personitas. ¡Qué sudores! ¡Es que ni en día de fiesta deja Campanilla de sudar! ¡Se prometía ella una jornada de relajación y meditación, y la vida le preparó un formidable triatlón!
   Pero ella, decidida y positiva, (claro, que mucho ha de tener que ver, los tres vermús del aperitivo con los amigos) puso rumbo acalorado a la cima (y eso que ahora no podía atravesar los matojos ).
   Estaba exhausta. el corazón alocado y la respiración agitada.
   Pero el destino le tenía guardada una grata sorpresa.
   Una base circular, y en su centro la torre de hormigón. Unos arcos adornaban el perímetro.
   Mas adelante, una maravillosa esplanada de cesped ... y un gran regalo... ¡impresionantes vistas a nuestros pies!
   Allí se unió a las mujeres que ya esperaban. La posición de las esterilla era este-oeste. Comenzaron los ejercicios, sintiendo como la brisa acariciaba la piel, observando los sonidos que nos envolvían desde lejos.
   Avanzaba la clase. Cambiaba la luz y la temperatura. Era cálida. Fué un día cálido.
   De pronto, se asomó la luna llena, desde el horizonte gris azulado. Se elevaba suave.
   Al otro lado, por el oeste, se ponía el sol. Sus rayos rojos y anaranjados todavía coloreaban la tarde. Pero se escondían veloces, parecían escapar de la brillante luz de la luna, todavía amarillenta como un farol.
   Y se ocultó el astro, se oscureció el cielo.
   Y la luna ya completamente blanca y brillante, ocupaba su lugar allá lejos.
   La clase llegó a su fin. Era el momento de irse. Pero a nadie le apetecia. Habíamos presenciado algo tan común y tan bello a la vez, que lo queríamos hacer eterno.
   De regreso a casa, ya por las aceras, cargada de energía, Campanilla parecía flotar.
   Magnífica experiencia.
   Mágicos momentos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Que tu mirada no cese

Me volvió a ganar.
Me gano la vida.
Como siempre pasa.
Me alcanzó el añochecer.
Y cruzó la meta sin siquiera mirar.

Caminaban mis pensamientos al atardecer del otoño.
Caminaban como siempre ensimismados.
Observaban mis ojos el suave cambio de luz.
Y lo creyeron eterno.
Jugaron a retozar en el tiempo sin inquietarse por su paso.
Como los niños.
Exprimiendo el aire.

Dejándose llevar por esa infancia recordada, los párpados cayeron suavemente y arroparon a esa imagen cuidadosamente.
Siguió la mente su baile incesante, llevando y trayendo los deseos, los sueños; llevando y jugando con las ideas y las personas.
Remoloneaban los pensamientos en los lagos cristalinos de las miradas eternas. Descansaban en las sonrisas con dueño.

Y así, en un dulce vaivén, una ligera brisa me avisó de algo.
Abrí los ojos en un cálido y lento parpadeo.
Era de noche.
Se apagó el cielo.
El tiempo encendió las luces.
Me volvió a ganar la carrera el tiempo.
Asoma la luna.
Tímidamente me tienta.
Podría cerrar los ojos y así, sin sentir, como en una exalación llegar al amanecer.
Pero esta vez no.
Y ahora qué.
Ahora espero.
Espero al alba.
Espero mirando la luna.
Sintiendo que pasa.
Que pasa la noche despacio.
Y pido que tu mirada no cese.

domingo, 9 de octubre de 2011

CAUTIVADORES MAESTROS

   Llevo días dando vueltas a a la idea de escribir sobre la educación en nuestro pais, supongo que el ver a un estupendo y entregado profesor de mi hijo mayor, encerrado, manifestándose y saliendo en la contraportada de uno de los diarios más importantes siendo entrevistado, ha debido de tener algo que ver.
   Y la conclusión que he sacado, es que ni tengo el tiempo, ni los conocimientos, ni la capacidad, para inmiscuirme en un tema tan importante, profundo y extenso como este.
   Así que por amor y respeto a esta profesión tan fundamental e infravalorada en nuestra sociedad, lo dejaré para personas más doctas que yo. 
   Quizás sería que realmente de lo que quería hablar era de lo que si que conozco: de los enseñantes, educadores, docentes, tutores, mentores, profesores, maestros.
   Primero y sobre todo en homenaje a mi padre, que dedicó más de cuarenta años de su vida a la educación.
   De el aprendí el valor de la constancia, del esfuerzo, del trabajo individual y compartido, de la responsabilidad, de la disciplina, del respeto al otro. Pero sobre todo el amor por el conocimiento, la búsqueda constante de respuestas a tus preguntas, la satisfacción de obtener por ti mismo la solución, la curiosidad por lo nuevo, el interés por comprender la naturaleza y sus leyes físicas, la historia, el arte, la literatura.
   Me ayudó a descubrir a los buenos maestros, y a aprovechar todo lo que ellos me podían ofrecer. Tuvo su efecto y sigue teniéndolo. Esas personas han ido pasando por mi vida hasta hoy en día, y en todas ellas he encontrado la capacidad para transmitir la información necesaria, el deseo de compartir y explicar aquello que saben, la obsesión porque nadie se quedara sin saber aquello que era esencial, el querer transmitir tus capacidades y el buscar la forma de llegar a aquellos que tienes delante.
   Admiro a quien teniendo muchos conocimientos, los enseña en el momento que debe, dando sentido y tiempo al aprendizaje. Ofreciendo la información cuando sabe que estás preparado para asimilar lo que te llega, cuando te servirá para algo.
   No es importante el lucimiento personal, ni el aturullar con ingente cantidad de datos, sino que hay maestros que conocen a sus aprendices, lo que estos saben y lo que necesitan llegar a conocer. Saben cuando pueden exigirles todo, y cuando has de esperar a pedirles más.
   Disfrutan viendo crecer a los alumnos, viendo como asimilan lo que les ofrecen. Observan cómo evolucionan sus capacidades y cómo utilizan lo que ya dominan.
   Hay maestros que evolucionan a la vez que lo hacen sus alumnos, porque se alimentan de su curiosidad y de sus ganas.

   Contestaba así Ana María Moix, a la pregunta de qué es un buen docente:
"Es vocacional, el que ama a los niños. Un buen profesor es seductor, es el que seduce al alumno. Si un profesor te cautiva, buscarás su aprobación y aprenderás. Sin seducción no hay aprendizaje."
 
   Hay personas que vuelcan sus energías en dar lo que tienen con inteligencia, paciencia, ilusión y seducción.
 
   Tal vez hubiera sido más acertado publicarlo en veintiocho dias, pero ha sido hoy.

viernes, 7 de octubre de 2011

martes, 4 de octubre de 2011

A mi también me fascinan las etimologías

   ¨Me sorprende saber que detrás de la rutina del viernes está la bella figura de Venus, que también está presente en veneno, primer nombre de los filtros amorosos.Además de su interés lingüístico tienen para mi un valor simbólico. Para entender el presente hemos de conocer cómo hemos llegado hasta aquí, es decir, su etimología, que es la presencia del pasado."
   Esto es un fragmento del artículo de José Antonio Marina, publicado el  sábado 1 de Octubre. Le sigo por muchas razones, pero entre otras está la claridad con la que nos guía a través de los caminos que recorren las palabras hasta llegar a nuestros días, y lo que nos enseñan estos fabulosos y amenos descubrimientos.
   Desentraña, entre otros los significados de palabras tan bellas como "ENCANTO", que procede de "cántico mágico,que produce un hechizo", "DICHA", que procede de dicta, dichos mágicos, "GRACIA", que es la belleza en movimiento, y procede de gratus, y se emparentaba con el griego járis, con lo que se desprendía que exitían dos tipos de belleza, la estática y la dinámica. La mitología lo concretaba en un cinturón que llevaba Afrodita, y que la hacía irresistible. Sin ese cinturón, era bella, pero no atractiva.
   Así podía seguir, hasta copiar todo el artículo, pero sinceramente recomiendo leer el original.
   Este hilo de pensamiento, se me ata a otro muy bello, que se me cosió el jueves pasado y me gustaría compartir.
   Consistía en pensar en una palabra importante para nosotros, con mucho significado y mucha importancia, por tanto muy bella también, (yo elegí AMOR), sembrarla en nuestro interior e irla culltivando todo el día,  minuto a minuto, persona a persona, hecho a hecho.
   Podía haber elegido otra, como ENERGIA, REALIDAD, CONCENTRACIÓN, ATENCIÓN, CONTENTO, SOSIEGO, ECUANIMIDAD, INTENSIDAD, VITALIDAD, ARMONÍA, SABIDURÍA, pero uno elige lo que elige, con conciencia, rigor, sentido y una cierta dosis de locura.
    Por eso, porque las palabras contienen más que las letras que las forman, porque su historia nos habla de la nuestra, porque al comprenderlas nos enseñan más que su significado.
   Porque necesitaría, no sólo estas sino muchas más para describirte.