miércoles, 19 de junio de 2013

Haz. Camina. Sigue.

   ¿De dónde vienen los que caminan por las vias del tren?  ¿Hacia dónde van? Los veo con cierta frecuencia. Ültimamente más si cabe.

   Me consuela asomarme a la ventana y mirar. Me cura el alma. Observar el gran espacio de cielo que abarcan mis miopes ojos. Me llena el aire que siento chocar y recorrer suavemente la cara. La naturaleza que se cuela por los cristales del mirador, me nutre.

   Al fondo Madrid. Los rascacielos del Paseo de la Castellana. Cierro los párpados, pero no puedo dejar de ver lo que la memoria no deja olvidar.
   Asfalto que te lleva de la montaña a la ciudad. Une y separa mundos.

   Escondido, temiendo que se le vea, sintiéndose vientre que porta y expulsa vidas e historias, va y viene el tren. Son, pòr esos railes, por los que les veo pasar. Caminando entre los tablones. Trastabilleando sobre los cantos. Siempre solos. Rara vez van acompañados.

   Me quedo mirando. En el silencio de esta tarde gris, casi puedo oir el latido del corazón en mi dolorida e hinchada muñeca. Me recuerda que debo prestar más atención, si quiero prácticar una de las cosas con las que más disfruto, dar patadas y puñetazos (deportivamente,claro).

   Les observo y acompaño en su lento pero incansable deambular hasta que desaparecen entre curvas y arbustos, y no dejo de preguntarme qué les lleva a ello. Porqué lo hacen, a dónde van, si huyen de algo o corren en busca de algo. Qué pasa por sus mentes mientras avanzan. No suelen ir muy abrigados, no llevan bolsas ni bultos. Viajan con lo puesto.
   ¿Serán una lección de vida?... Parecen querer hablar de la inutilidad de llevar cargas inútiles en el viaje. Soportar un peso innecesario hace más lento el camino, más sufrido, e inevitable el dolor sobre nuestro mortal y debil cuerpo. Avanzar, con motivo o sin el, poner un pie tras otro para llegar allá donde la vida quiera. Apartarte para dejar pasar, para que no te arrolle lo fugaz, lo chirriante, lo ruidoso, lo inutil. Observar a los otros, pero seguir tu camino. No subirte al vagón si no estás convencido de ello, si lo que prefieres es que te dé el aire. Aunque quedes rezagado, te mojes y pases frio.
   A veces la verdad puede variar, como dice la canción de Of Monsters and men.
   Vuelvo a mirar. Es como si tuviera frente a mi a todos los iniciadores que han pasado por mi vida. A todos aquellos de los que he disfrutado su empuje, su capacidad de generar (¡lo que sea!), los que mueven energías a su alrededor, los que envuelven de magia el ambiente y logran que todos cambien, los que logran sacar lo mejor de cada uno.
   Como decía Mark Twain, "hay mil excusas para fallar, pero ni una sola buena razón". Hay almas que llevan grabado eso en su esencia, que trabajan y trabajan sin cesar en ellos mismos, en los demas. Hay hombres cuya grandeza reside en seguir, incansables, en superarse. Son iniciadores por convicción. Según Seth Godin, en su libro Házlo, "esta idea tan prosaica de, el simple acto de empezar, es enrealidad profundamente transformadora".
    Termino este post escuchando, con el corazón paralizado, a Maria Callas interpretando "L'amour est un oiseau rebelle", de la famosísima obra de Georges Bizet, "Carmen".






jueves, 13 de junio de 2013

Una entrevista a Ismael Serrano

   Como ya va siendo casi una rutina, cada vez que me dispongo a comenzar una entrada con una idea en la cabeza, algo me pone la zancadilla, se interpone entre el teclado y mis pulsaciones automáticas, acabando por iniciar algo de lo que no tengo una idea clara de como se desarrollará y menos aún cuál será su desenlace.
  Mi bendita piedra en el camino de hoy, se ha materializado en forma de entrevista de Alicia Jasanada a Ismael Serrano, hablando sobre las mujeres y de la reedición de su último trabajo Todo empieza y todo acaba en ti. Motivo por el cual me dispongo a nadar entre las aguas de sus preciosas canciones, a remansarme entre sus letras, que me hacen pensar, que relamen con gula mis reflexiones.
   Y entre sus acordes se pasó raudo el tiempo, leyendo con atención e interés sus opiniones sobre nosotras.
   Palabras tan necesarias como. "Algunos programas televisivos venden que el éxito para un mujer es seducir al hombre, ser deseable, ¡la tratan casi como ganado! Y ese mensaje acaba calando".
   ¡Dios, qué si acaba calando! ¡qué otro mensaje proyectan sobre las mujeres los programas de televisión! ese o el de ser como él mismo dice, las que imitan lo peor del rol masculino autoritario...
   ¡¡¿Y dónde quedamos las demás?!! ¿Es qué, si no pretendemos ni lo uno ni lo otro, somos invisibles al resto del mundo?...¡¡YO ME NIEGO!! No quiero que me utilicen ni que me orienten en esos sentidos, aunque es muy complicado sustraerse a las influencias de la publicidad y de los grandes medios de comunicación, que no te dejan mirar más allá.
    Creo que hay infinitos matices, más allá de los burdos bocetos que nos pintan como ideales, y que destrozan las vidas de jóvenes y adolescentes. que destruyen sus cuerpos y sus mentes, que ensucian sus futuros, que enturbian sus ojos y no les permiten soñar con el inmenso abanico de posibilidades, de opciones del mañana.
   Manipuladas hasta la enfermedad por perversos interesados en vender algun producto, expertos en lucrarse a costa de inseguridades varias.
   Continúa la entrevista en el "magazine": "Ya conocíamos nuestros miedos, por ejemplo al compromiso". Tras uan primera pareja de diez años, el artista temía que otra relación estable le exigiera "concesiones de tipo personal o profesional que no pensaba admitir. Luego he visto que no es así".
   "Su canción, Eres, define a la mujer que le atrae: No das respuestas, ni luz a mi jardín. Y no hay guerrero que descanse en ti, dice. O sea, alguien que genera más preguntas que respuestas, de la que aprendes, casi un reto vital. Un desafio cotidiano, sin duda para la convivencia".
   Termina rindiéndose dulcemente: "Y la conclusión está clara: hay que quererlas...pese a los quebraderos de cabeza...Es inevitable".
   Podría haber acompañado esta entrada de un video de Ismael Serrano, que sería lo más lógico, pero sinceramente estoy saturada. Así que he elegido esta bella y triste canción de James Arthur, que trata de un amor frustrado.
   Las relaciones sentimentales, el amor, ese algo invisible que mueve el mundo, esa energía de la que dependen todas las demás áreas de la vida. Aquello que intentamos racionalizar con nuestras rígidas mentes adultas, cuando lo único de deberíamos hacer sería dejarnos llevar. Dejar a eso invisible, actuar sin riendas.



martes, 11 de junio de 2013

525.600 burbujas de felicidad.


Five hundred twenty five thousand six hundred minutes.

How do you measure a year in the life?
In daylights,
in sunsets,
in midnights,
in cups of coffee.
How about love?
Measure in love.

Seasons of love.




 Five hundred twenty five thusand six hundred bubbles.


La vida está llena de burbujas de felicidad. Fugaces, delicadas, ligeras, brillantes, irisadas.
Salen de nuestro aliento, de nuestro interior.
Las admiramos y disfrutamos mientras vuelan libres hasta que...¡puf!...desaparecen.
Está en nosotros querer seguir fabricando pompas de jabón o no.




viernes, 7 de junio de 2013

Momentum & Benedictus. Estrellas y pensamientos.

   Escucho Momentum, de Jamie Collum.
   Subo la cuesta mirando los adoquines. Es una acera ancha, puede que tenga tres metros.
   Levanto la vista. Entre los edificios y las copas de los árboles plenos de hojas nuevas, intensas de color y vida, se escurre lentamente el sol, tornándolo todo lila, añadiendo una mezcla de grises y azules a este atardecer de Mayo.
   No ha sido dificil aparcar. Y aunque esté algo retirado, me agrada caminar-
   Son esas horas raras en las que no encuentra uno con demasiada gente por las calles. Me cruzo con los pocos que salen del gimnasio Metropolitan. La temperatura es fresca, pero el aire que se respira es muy agradable.
    Puedo oir los gorriones piando.
    Me quedo embobada mirando la pantalla gigante que han colocado en el escaparate de Roca Madrid Gallery. Reproduce escenas cotidianas en el baño, tales como afeitarse, peinarse, lavarse la cara, pintarse, darse crema, jugar con los niños, cosas así, filmadas desde un supuesto espejo que somos nosotros desde la acera. Es genial. Adictivo.
   Giro a la izquierda en la siguiente bocacalle. Entro y subo las escaleras de marmol. Está iluminada una bonita imagen de la Virgen. Dos pisos. Habitación 200.
   Cruzo la salita y me asomo a la terraza.
   Tengo todo el cielo para mi.
   Sube hasta aquí el aire fragante que despiden las plantas del jardín de enfrente.
   Parece que la luna se derrama.
   Han cerrado el portalón de enfrente.
   O serán las estrellas que se derriten.
   No puedo ver ninguna luz tras las ventanas del convento.
   Me quedo ensimismada contemplando la belleza de la noche. Sumida en pensamientos contradictorios. Comprobando que en todas las situaciones de la vida, por tristes o complicadas que sean, podemos encontrar un pedacito de cielo que admirar y en el que refugiarnos, que nos alivie, que nos de esperanza e ilusión.
   Han cesado de cantar los pájaros.
   Casi no pasan coches. Todo se realentiza. Dentro duerme la realidad, aquí fuera renace un mundo irreal, idílico, soñado, idealizado, bello e inexistente, pero tan poderósamente dulce que atrapa. Gasta tanta voluntad intentar resistirse a sus encantos, que dan ganas de rendirse y enloquecer. Trastornarse por haber consumido hasta la última gota de sentido común. Dejarse llevar hasta que algún bienintencionado y desalmado cuerdo te rescate.
   Giro sobre mis talones. Mis piernas se dirigen al interior de la habitación. Cierro la puerta de la tentadora irrealidad y camino entre mis verdades, entre lo que veo y toco.
   Me meto en la cama.
   Quizás pueda dormir, y Morfeo me lleve donde ni yo misma me dejo soñar.





   Mientras yo toco las estrellas, otros son dueños de sus pensamientos.

martes, 4 de junio de 2013

Un brindis inspirado por Luka.

   He de pagar una deuda, (eso sí, prometida entre nachos con guacamole, cervecitas y mojitos de sobremesa, aderezada con efluvios de barbacoa y ambientada con una todavía tímida primavera), y a ello me pongo.
   Mi respuesta a la petición de post relegado, fué que no siempre tengo inspiración o ganas para escribir sobre lo reciente, (tal vez fuera sueño o resaca, no sé, pero queda mucho más fino decir que es falta de musas en mis alrededores más cercanos)
   Bueno, pues ya me ha llegado...¡y cómo me ha llegado!...¡no podréis decirme que os asocio con pensamientos poco acordes con vosotras!...¡cómo no me va a inspirar Luka Sulic, por Dios!...¡qué video, qué canción más romántica!...¡qué caritas, qué sentimiento!...¡qué mono está con sus converse!...¡chica, quién fuera chello!...¡vamos, que me he inspirado totalmente y me lanzo ya mismo con vuestra entrada!
   Primero un brindis por nosotras.
   Un brindis por nosotras cuatro, pisando fuerte y con garbo (y con supertaconazos, claro) las calles de la capital, cual amazonas bien armadas y retrepadas sobre sus briosas cabalgaduras (¡toma ya la frasecita complicada que me ha salido!) con ánimo guerrero, y pelín chisposo.
   Ya es de noche. (Porque todo hay que contarlo, y es que salimos casi a la hora de la merienda para ir a otros eventos teorico-prácticos, en transporte público, eso si, que luego hay que volver, y si queremos hacerlo libres de multas y bebiendo lo que nos dé la gana, no hay otra forma que en taxi)
   Y si, se ha hecho de noche y atravesamos la Puerta del Sol abarrotada, parece que fuera el día treinta y uno de diciembre. ¡Madre mía que agobión!
   Subimos por la calle de la Montera. Aquí he de hacer un inciso. Inciso que no tiene nada que ver con el tema, pero que vengo comentándolo desde hace tiempo con mis allegados. Pues bien, a ello: como ya sabrán por otros post, yo he nacido y crecido en el centro de Madrid, y he paseado sus calles hasta la saciedad. ¡Cuántas veces no habré hecho el mismo recorrido, desde Atocha, Carretas, Sol, Montera, y la Gran Via, o Fuencarral! no sé, infinidad. He visto cambiar el ambiente y sus paseantes según pasaban los años, y me he ido acostumbrando a lo nuevo que se veía.
   Pero tengo grabada en mi memoria la imagen de las putas. Desde mi mirada de niña, no eran ni buenas ni malas. Nunca me las ocultaron mis padres, ni me hicieron comentario alguno. Allí estaban. Formaban parte del mobiliario urbano. Yo las miraba con atención, creía que disimuladamente, pero eso no se me ha dado nunca bien. (Entre otras cosas, porque siempre he tenido el convencimiento de que tras los cristales de mis gruesos cristales de miope, nadie me veía. Y por tanto, yo podía espiar tanto como mi curiosidad infantil me urgiera, sin miedo a ser descubierta) Unas estaban apoyadas en las paredes, otras sentadas en los escalones de los portales, otras junto a las señales de tráfico, y otras paseando. Tenían una edad indeterminada, no se sabía si tenían mil años o quizás sólo cien. Eso sí, para mí, todas tenían un aspecto muy desagradable. Cuando fuí creciendo, comprobé que su aspecto no era mucho peor que el de los hombres que buscaban sus servicios.
   Esa es la imagen que yo tenía hasta hace poco de la calle Montera. Pero hará ya unos cuantos años, cuando empezaron a poner tiendas de ropa de moda, cafés, y a remodelar la zona, iba de compras, y al salir no sé si de Zara, o H&M, u otra tienda similar, me percaté de unas chicas a la puerta fumando. No supe si eran dependientas de las susodichas cadenas, o prostitutas. Lo he vuelto a comprobar, y esta vez acompañada de mis amigas, con las que hemos llegado a la misma conclusión: las putas de hoy son muchos más jóvenes, más guapas, mejor vestidas y cuidadas. ¡Da gusto verlas, donde va a parar con las de antes! (Sinceramente, sale uno asqueado de todas maneras, porque da pena ver que chicas tan jóvenes no tengan otra salida que esa, es injusto y vergonzoso)
   Y terminada esta disquisición, que concluye con un pedazo travestón negro con vestido transparente apoyado en el semáforo, continuo con mi relato.
  Cena en Los Rotos, (que seamos muy finas, no significa que no nos pongamos hasta el c--o de cosas ricas...que la noche es muy larga y hay que proteger el estómago...¡ay, qué todo nos gusta!...¡qué pena!), lo que no es óbice para que nos lancemos a las gominolas antes de que ni siquiera nos tomen nota de los cócteles que vamos a degustar; a saber: un Berry Caipirissima, un Pisco Sour, un Cosmopolitan, y para mi, como no, un Margarita.
   Sentadas junto a un ventanal desde el que vemos correr la Gran Via.
   El ambiente moderno, elegante y cosmopolita del Museo Chicote invita a una conversación divertida y relajada, de esas nuestras en las que nos quitamos la palabra unas a las otras, de esas que perdemos el hilo de la frase para enlazarla con alguna chorrada sin sentido, de esas en las que nos saltamos de un tema a otro sin previo aviso.
   He de deciros que me sentí como las chicas de "Sexo en Nueva York". Me encanta recordar esa imagen nuestra subiendo por la Gran Via, las cuatro juntas, subidas a los tacones más altos y con las risas más locas y divertidas. El bullicio acunando el rítmico taconeo, las luces de los anuncios de neón, los coloridos escaparates, las farolas encendidas jalonando las aceras.
   El resto de la noche en el Larios Café.
   Y...¡Oh, perdón, se me olvidaba!...¡Qué me decís del empañamiento de cristales del taxi!...¡qué pobre, que noche le dimos!...¡Eso si, la carrera le valió la pena!


   No me decidía sobre el video que acompañaría a esta entrada, así que os propongo dos a elegir. Uno, por supuesto el de Luka Sulic (¡pero mira que es guapo el jodío! ¡algún defecto muy gordo debe de tener, porque parece un dios griego, o un angel en la tierra o algo así!) (¿ustedes creen que pondrá el mismo empeño y sentimiento en otros menesteres?...¡ya me entienden!)y otro más discotequero, de los que me gustan a mi para bailar, reivindicativo, pues eso, de los de "porque yo lo valgo y me da la gana",como recuerdo de nuestra salida.