viernes, 24 de octubre de 2014

Almudena Grandes y Ana María Matute

   Dice Almudena Grandes en su artículo de El País Semanal del 19 de octubre: "Una muchacha indecisa entre la adolescencia y una madurez precoz, la indeseada pero inevitable herencia de una familia infeliz, podrida de silencios... la protagonista de esta última novela de Ana Maria Matute se llama Eva. El nombre de la primera mujer tal vez no sea una elección casual. Tal vez, su creadora lo eligió para simbolizar en ella el eterno círculo del principio que nunca alcanza otro final que el abocado a desencadenar un nuevo principio."
   Así es como empieza su columna, y así como acaba:"Al dar la vuelta a la última página sentí, lo confieso, la tristeza de saber que nunca volveré a leer otro libro de Ana María Matute. Me consuelan todos los demás, y la certeza de que, gracias a ellos, Ana vivirá siempre, y para siempre."
   No sé si quiero leer este libro, sabiendo que es el último de su autora, y que ya no habrá más. Se que si lo hago, sentiré como Almudena Grandes, infinita tristeza al pasar la última página. Porque me conozco, y se lo que he sentido al acabar otros libros suyos. Creo que prefiero empezar uno que tengo en la estantería de antes de que escribiera Olvidado Rey Gudú.
   Inmersa como estaba en mis propias muertes de este verano, las de mis seres queridos, la de mi muy querida y admirada Matute, me llego a la vuelta de hospitales, tanatorios y cementerios. Cuando pude leer la prensa atrasada, la noticia de su fallecimiento me entristeció sinceramente. Parece mentira como se puede apreciar a una persona sin conocerla fisicamente. Se incrustó en mis venas y se instalo en mi mundo a través de su literatura, de su magia, su visión de la vida. Fueron sus palabras las que me seducieron, las que me ligaron a su espíritu. Y ahora la echo de menos, como a los míos.. Revisitaré sus páginas. Seguro.
   "Ignorantes pero nunca estúpidas, desvalidas pero nunca patéticas, desarmadas pero nunca cobardes, sensibles pero nunca ñoñas, femeninas pero nunca empachosas, más valiosas en sus dudas que en sus certezas, y conmovedoras en la implacable voluntad de imponerse a la desolación."
   Así son sus protagonistas. Y así será seguro Eva, la protagonista de su último libro.
   Vuelvan a leer el párrafo anterior, por favor. Leánlo atentamete, y repítansalo para sus adentros.
   Nunca estúpidas, nunca patéticas, nunca cobardes, nunca ñoñas, nunca empachosas.
   Podría ser mi decálogo, si es que fueran diez.
   ¡Por Dios, cómo puede haber mujeres así! (¡Qué las hay y tienen su público,  doy fe!)
   Por suerte siempre nos quedarán Ana María y sus palabras. Su elegancia, su imaginación, sus mundos, sus interiores, sus paisajes, sus personajes, su forma de escribir, esa forma de sumergirnos en sus dulces aguas.



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