viernes, 27 de mayo de 2011

Creo en las dos naranjas.

   No creo en la media naranja.
   Creo en dos naranjas completas, redondas, perfectas en si mismas, que existen por si mismas y son independientes, pero que en algún momento se encuentran, y deciden rodar juntas, la una junto a la otra hasta que las hagan zumo.
   No creo en buscar ese algo que te falta a ti, y lo completa el otro, porque cada uno de nosostros estamos completos.
  Creo en pasar la existencia junto a los que nos agradan, seres perfectos y enteros en si mismos.
  Creo que se puede rodar uno junto a otro, y estar compenetrados, pero libres e individuales, dueños de nuestras decisiones, pero acompañados y cerca del otro.
   Creo que compartir tus cosas, tus inquietudes, tus preferencias, tus energías, tus dudas, tus anhelos es enriquecedor.
   No creo en la anulación, en la búsqueda de la perfección en el otro, en depositar en el otro tus deseos y expectativas.
   Sentir que la persona amada crece y saca su máximo potencial. Ver que se supera, que el amor le da energía, que le da ilusión para volver a creer, para esforzarse, para volver a crear, para volver a encontrar el sentido a todo esto, para no sobrevivir al día a día, sino vivir por la satisfacción de hacerlo independientemente de las circunstancias y de con quien las compartas. Ver que tu existencia provoca en el otro un paso adelante, espíritu de superación, voluntad, ideas nuevas, renovación alegría, le empuja a ser mejor. Sin que te agobien, te intimiden  o te invadan. Dejándote ir, dejándote venir.

Me gustan las naranjas, su tacto, su color, su sabor, su olor y su zumo

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