martes, 29 de mayo de 2012

Probador de señoras

...Preguntas que yo me hago...
(¡Ya estoy con los dichosos puntos suspensivos!...¡debe de ser un proceso adictivo!)
 ...¿Desde cuándo se han puesto de moda los dependientes en las secciones de lenceria y baño femenínos?...
   ¡Qué no es un pensamiento discriminatorio!, ¡qué no!, si yo no tengo nada en contra de que los hombres trabajen en lo que ellos deseen...¡eso si, cobrando lo mismo que las mujeres realizando la misma función!.
  Pero no me negarán (sobre todo las mujeres) que en todo caso es un pelín ... ... ... (llevo un buen rato tratando de buscar la palabra más apropiada y completa para expresar lo que hoy he sentido, y no la he encontrado, quizás al terminar la explicación, la encuentre)
   Entramos en el establecimiento. Es el de siempre. Pero para mi sorpresa una sonrisa másculina nos recibe desde el mostrador. Podríamos habernos marchado. Pero necesito un bikini. Tengo que entrar. Ojeo. Me gustan. Quiero probármelos. Se ofrece a ayudarme. Mientras, los niños juegan a la pelota. Les regaño. Vale voy a pasar al probador. Meto a los niños, la pelota y el carrito dentro de la tienda. ¡Menos mal que no hay gente!
   Comienzo con el tan temido ritual de probar bañadores. Llega lo malo, ¡me lo temía!, estoy en duda (y no es de colores, o modelos, que para eso la ayuda de mis hijos me hubiera valido) Necesito su ayuda, no se que talla me queda mejor. (¡¡¡Quiero morirme!!!) Le llamo. (¡Creo que no me ha salido la voz de la garganta!...¡y encima la braguita es brasileña!, yo también me podría haber probado una braga faja de esas tapaditas) Me compongo todo lo que puedo, y saco la cabeza por detrás de la cortina. le pido por favor que me diga cuál de las dos tallas de sujetador me queda mejor. (¡No quiero ni imaginarme de cuántos colores tengo las mejillas!). ¡Oh Dios mio!...¡No me he dado cuenta!...¡Hay espejos por todas partes!...¡sus pupilas han pasado por todos ellos! Me da su opinión, me habla de realces, copas, y tallas, en definitiva le gusta como me queda. Yo no se donde meterme, de hecho no se ni de lo que me está hablando. Asi que asiento con la cabeza.
   A todo esto, el pobre hombre realiza su trabajo con corrección y sin decir una palabra más alta que otra, ciñiéndose a su venta. Pero yo no puedo dejar de sentirme incómoda. Esta persona es amabilísima, educadísima, correctisima, no le puedo poner una pega...(bueno si: ¡ya que he pasado un mal rato, podría haber sido un "pibón", y eso que me había llevado para el cuerpo...,pero no!)
   Al final, con los nervios, me he llevado confundida una talla y mañana tengo que volver a pasarme a cambiarla.
   ¡Donde se han metido las estupendas señoras de mediana edad con uniforme de rebequilla y falda recta a media pierna,de Galerias Preciados, que eran como tu madre o tu tia. A ellas podías contarles todas tus cuitas, que si te aplasta, que si te saca morcillas, que si se remete, que si es muy grande o muy pequeña, que si quieres que te haga más y ellas te colocaban, te subían, te estiraban, te abrochaban, y lo que fuera. Asi que cuando a lo lejos, muy a lo lejos, como si hubiera interferencias, oyes no se qué de los pezoncillos, vuelves discretamente la cabeza, porque sinceramente  piensas que debe estar hablando con alguien diferente a ti, que acaba de entrar por la puerta. Pero no. No hay nadie más. Vuelves a mirarle, con esa cara que se me queda cuando quiero hacerme la tonta ( ¡que de tanto hacérmelo se me va a quedar para siempre!), esa expresión de "ni-me-inmuto-porque-es-lo-más-normal-del-mundo-y-me-pasa-todos-los-dias", y le descubres  a lo suyo explicando no se que gaita de modelo de sujetador, promocionándolo con gran ahinco.
   No es que yo sea muy mojigata, pero creo que una mujer entiende mejor de ropa interior, aunque sólo sea porque tiene lo mismo que yo. El conocerá al dedillo el basto mundo de los calzoncillos y cómo colocarse sus cosas mejor que yo, que no tengo. Otro cantar es que dé su sincera opinión, sobre cómo nos queda lo que llevamos puesto, que en eso si que opino que inclusog superándonos a nosotras, sobre todo en el caso de la lenceria.
   Pago, recojo mi bolsa, y me llevo mi carro y mis niños para mi casa.
   Lo dicho, de no ser un modelazo, prefiero que me atienda una muchacha. ¡Para que me atienda el charcutero me meto al super!

  No tengo más preguntas trascendentales por hoy.
  Y como en el fondo estas anécdotas me parecen chorras, les pongo un video happy.


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