viernes, 22 de junio de 2012

Observa quién son

   Observa quién son los que te dicen lo felices que son.
   Observa quién son los que te cuentan que están contentos.
   Observa quién te habla de sus sueños, sus retos, sus ilusiones, sus esperanzas, sus alegrías.
   Observa quién te hace partícipe de su suerte, de sus celebraciones, de sus cambios, de su superación, de sus metas conseguidas, de sus satisfacciones, de sus buenos ratos, de su plenitud.

   Y ahora gírate.
   Observa quién sólo te cuenta miserias, tristezas, problemas, dramas, te involucra en ellos, y te reboza en ellos para hacerte sentir tal cual ellos son.
   Y peor aún. Observa quién, por supuéstamente ahorrarte el sufrimiento, no te cuenta nada.

   Pues nada es comparable con descubrir que hay algo pero que eso.
   Un día te das cuenta, de repente, que lo que realmente duele, es que te NO cuenten lo que les gusta, lo que les hace sentirse vivos, lo que les llena. Que NO te cuenten que han conseguido aquello que anhelaban, que han tenido éxito en el trabajo, en los estudios, en el amor, con la salud. Que se les han resuelto los problemas, que el largo esfuerzo ha tenido sus frutos. Que una meta soñada se ha hecho realidad. Que las situaciones se van arreglando, o que te vas sientiendo mejor, o que ya no te duele nada, o que lo que antes veías negro, ya es un poco más gris o quizás hasta te parece azulado. Que las dificultades que antes considerabas imposibles de solucionar, ya no van siéndolo tanto. Que lo que te hacía sufrir hondamente, aunque sigue, duele más suave y más lejano. Que sigues adelante, que te van bien las cosas. Que estás orgulloso de ti mismo y de tu trabajo. Que todavía tiene ilusión y que la compartes. Que apruebas un examen, o que te invitan al cine, o que has hecho un viaje maravilloso, o que han dado puntos en el supermercado para un tupper, ¡qué se yo!.
   Y duele, porque cuando quieres a alguien, del modo que sea,(como pareja, padre, hijo, amigo,) te importa sobre todo que esté bien, te importa su bienestar.
   Descubrir que no eres el destinatario de su confianza. Que su felicidad no se ha acordado de compartirla contigo. Que no eres digno de saber que es feliz, que le salen bien las cosas. Es cuanto menos decepcionante. Y comienza a abrirse la grieta por la que la vida nos hace palanca.

   Vuelve a girarte.
   Siguen ahí.
   Son los de antes, los primeros.
   Fíjate en ellos. En su mirada sincera, su sonrisa franca.
   ¡A que ahora te parecen distintos, mejores!
   Pues son los mismos. Los que están a tu lado todos los días. Los que te abrazan, los que te comen a besos, los que te hacen reir a carcajadas. Los que no sabes aún porqué, pero te gustan. Los que son un desastre pero no importa. Los que no son perfectos, ni les hace falta. Los que no se rinden. Los que te buscan para encontrarte. Los que se les olvida cerrar la tapa de la gasolina. Los que viven la vida y la comparten contigo. Se comen el mundo y lo hacen contigo. Los que te llaman porque si, cuando les apetece. Y si no lo hacen no pasa nada.Los que hacen de un día corriente un día excepcional.
   Deberíamos acordarnos más a menudo, de hacer partícipes a los demás de todo lo bueno que nos ocurre.
   Decir que nos sentimos bien es importante para nosotros, pero también para los demás.








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