domingo, 10 de junio de 2012

Un pico y un reto.

   Hará un tiempo alguien me preguntó si me gustaban los retos. En aquel momento no contesté nada. No es algo que me hubiera planteado. No era mi objetivo tener un reto.
    Pero desde entonces no he dejado de darle vueltas a la Roma hiperactiva.
    He llegado a la conclusión de que me encanta el sabor del café con leche, y el de las tostadas de pan con tomate y aceite (sobre todo si churretean...)
    Cuando ayer por la mañana, al abrir al azar una revista semanal, me encontré con la columna de Bárbara Alpuente titulada "El reto", me quedé pensativa (aparte de leerla y gustarme, claro).  Y si. Me gustan los retos. El mío es subir al pico más alto. Gozar de la subida como si fuera la última. Y desde la cima, disfrutar del paisaje que me alentó a alcanzar la cumbre, (si es que no me he quedado exhausta de la caminata). Sin apropiarme de la montaña, sin clavar la bandera para ponerle dueño.
   Mi reto es vivir. Seguir caminando. Seguir siendo "la mujer de la eterna sonrisa" (el piropo más bonito que me han regalado), que me dijeron tras los cristales redondos de sus gafas y bajo el ala ancha de un sombrero: No dejes que te la borren nunca, añadió.
   Y en eso estoy.


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