lunes, 22 de octubre de 2012

New York

   Me gusta viajar en invierno.
   Por estas fechas suelo pensar en alguna escapada a alguna ciudad.
   Me gustan las ciudades. Queda mejor decir que las odias. Pero resulta que yo soy de las que no tienen pueblo. Nací en el centro de una ciudad, y no sé si serán los recuerdos de la infancia y juventud, pero hay algo que me tira desde dentro. Disfruto con las aceras, los paseos arbolados, los jardines, los edificios singulares, mirar las ventanas, los portales antiguos, los escaparates de las tiendas pequeñitas, las estaciones de tren, las calles empinadas, las grandes avenidas, los kioscos de periódicos, o los de flores, las azoteas, los mares de tejados, las antenas, las plazas, las terracitas, los mercados, los adoquines, los palacios y palacetes, los bares y resturantes, los museos, los cines y los teatros, las fuentes, todo tipo de puentes, las orillas de los rios, los rascacielos, y las casitas bajas, los taxis, las luces de neón. Los barrios y la ropa tendida. Los puestos de fruta. Las librerías y las bibliotecas.
   Adoro pasear por las calles. Tanto si hace sol, como si llueve. Detenerme y mirar, escuchar. Sentarme en un banco o en una terraza. Da igual en qué país esté. Mirar a la gente en su ir y venir. Dejarme llevar por las marabuntas en los pasos de peatones, o escuchar mis pasos como resuenan en una callejuela solitaria.
   Me gustan las pelis que se ruedan en ciudades, que luego visitas y reconoces, te sientes parte de ellas por todo lo que las conoces. Cierro los ojos y me vienen a la memoria montones de imágenes sobretodo americanas, pero tambien europeas. Las asocio tambien a una epoca del año concreta. Unas siempre bañadas por la niebla, otras por la lluvia o por un sol de justicia.
   Cuando viajo procuro leer algo relacionado con el lugar al que me dirijo. No me refiero a guias turísticas, sino a leer novelas, o ver algúna película relacionada. Si el libro no es muy grueso, no puedo evitar meterlo en el bolso. Es una delicia. Es una agradable mezcla de ficción y realidad.
   Según han pasado los años, he ido disminuyendo el número de localidades que visito de una misma atacada. Prefiero volar a una ciudad y quedarme allí varios dias, saboreandolo todo, tomándomelo con calma. Establezco alguna que otra prioridad sobre lo que me interesa ver y lo que creo que no puedo irme sin hacer, para luego dejarme llevar. Y suele ser esto lo que más satisfacciones me da.
   La pasada semana hice por primera vez, algo de lo que tenía muchas ganas.
   Nueva York es una de mis ciudades preferidas. Cada vez que escucho la canción de Sinatra, se me pone la piel de gallina y me entran unas ganas locas de bailar. Por fín lo he hecho. Con una coreografía preciosa. He disfrutado como una niña. Siempre hay una primera ocasión para todo. Como otra cosa que he hecho en estos días pasados (lo podría llamar la semana de las primeras veces) he podido tomar una fotografía de un doble arco iris, con un cielo de fondo espectacular.
   Como no podía ser de otra manera, el video de hoy es ¡New York, New York!




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